En los inicios de relación con mi bebé no me planteaba en ningún momento el tan temido cuento de "si se acostumbra a... luego siempre querrá...". De hecho, toda la parafernalia del "si se acostumbran" me parece una soberana tontería. El ser humano es un animal muy adaptable, me parece a mí. Cuanto más los cachorros de humano... En fin, que no me daba ningún temor cuando voces consejeras alguna vez me habían dicho, con cierto tono involuntario de superioridad: "Ah, es que la habéis acostumbrado a dormir en brazos." En realidad, por una cuestión de matices, más que en brazos era al pecho que se dormía, y claro, como de día no nos ibamos a ir estirando por ahí, lo que esas voces consejeras veían era que se dormía en brazos. Haré un alto para decir que una vez dormida, la dejaba en brazos, a no ser que tuviese que hacer algo urgente que requiriese los dos brazos. Por la noche, cuando los opiniólogos están en sus casas y no nos ven, mi hijita se dormía al pecho pero ya estirada en la cama, por lo que era muy fácil salir de puntitas de la habitación y la noche estiraba su manto.
A punto de llegar a los cuatro meses, mi hija acaba de mamar y se retira tranquila. Le canto una canción y en un santiamén se duerme feliz y solita. Esta experiencia me confirma, de alguna manera, que el temor de que los bebés se acostumbren a algo es infundado. Tal vez somos los adultos los que necesitamos que se acostumbren a algo (cuna, chupete, etc.)...
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