Tras reflexionar en diversas ocasiones acerca del uso del lenguaje ligado a cuestiones de crianza, he llegado a la conclusión de que existen ciertas nociones mil veces repetidas que trastocan toda realidad. Una de ellas es la idea de mimar o consentir, de la cual me ocuparé en otro artículo.
Empiezo ahora por preguntarme "¿por qué tanta gente repite las mismas tonterías no procesadas del estilo llorar agranda los pulmones?". Las primeras veces que la oí, no pude evitar irritarme. ¿Cómo puede alguien creerse semejante tontería y, mucho menos, repetirla? Lamentablemente, no la oí tan solo una vez, ni siquiera un par o tres.
En un intento de argumentar la estupidez de tal dicho, pensaba en primer lugar en la poca credibilidad que tiene un enunciado como "llorar agranda los pulmones", y en el caso hipotético de que eso fuese verdad, ¿en qué iba a beneficiar a un bebé tener unos pulmones grandes en un tórax pequeñito?
Imaginaba que, en el mejor de los casos, la cargante repetición de dicha frase se debía a la voluntad de quitar importancia al hecho de que un bebé llore. En el mejor de los casos, repito, porqué en el peor podemos intuir la poca comprensión que existe hacia el llanto y la realidad de los bebés en general.
Los enunciados a que me refería al principio, repetidos hasta la saciedad por personas que, a mi parecer, nunca usaron sus cabezas para reflexionar sobre lo que dicen, ponen de manifiesto un código perpetuizado que justifica actitudes irrespetuosas para con l@s niñ@s.
Detrás del ejemplo irrelevante con que comenzaba mi reflexión, se esconde la creencia de que no existe necesidad de consolar el llanto; excusa para adultos disfrazada de beneficio para los bebés. Patrón que se repite en un sin número de otros casos.
No quisiera que se me tachase de no tener sentido del humor. Me imagino que muchas veces esta frase es dicha como un chiste... pero el mensaje está ahí y lo podríamos resumir como: no sólo no se intenta atender a las necesidades reales de los más pequeños, sino que posulamos que algo es por el bien de los pequeños cuando en realidad es por la comodidad de los adultos.
Veamos el caso del chupete, por ejemplo. De él se suele decir dos cosas, por lo general.
1) Que lo damos para evitar que se chupen el pulgar
2) Que actúa como calmante o ansiolítico
- Como refutación del primer argumento, cabe decir que el chupete se da en ocasiones en los primeros días del bebé -en el mejor de los casos, una vez ha cumplido un mes de vida-, cuando aún no se lleva las manos a la boca ni, por tanto, usa el pulgar como consuelo. Por otra parte, las manos, una vez descubiertas, son llevadas a la boca por prácticamente tod@s l@s bebés. Es normal que quieran experimentar su propio cuerpo. ¿Por qué ibamos a impedirlo? ¡Como si les hiciésemos un favor!
¿Por qué va a ser mejor chupar un plástico, impuesto a conveniencia del adulto, que el propio puño o pulgar a conveniencia del bebé?
- Como refutación del segundo argumento, el chupete actúa como calmante, sí, pero ¿porqué no vamos a la raíz de la ansiedad? Un bebé a quien se lleva en brazos gran parte del tiempo y a cuyas peticiones se atiende, no suele tener demasiada ansiedad. El chupete, no hay que olvidar, sustituye al pecho de la madre. Es muy posible que su auge se diera en tiempos en que la mayoría de bebés tomaba biberón. Sustituído el pecho como alimento, no hubo más remedio que encontrar otro sustituto del pecho como consuelo.
(Al llegar a este punto siento la tentación de alargar este escrito intentando dar respuesta a la pregunta "¿por qué parece casi tabú el uso del pecho como consuelo? A modo de respuesta rápida, me viene a la cabeza la relación problemática que tenemos los humanos con nuestro ser animal... pero desarrollar esa reflexión me llevaría otro artículo...)
A mi modo de ver, queda refutado que el chupete sea usado en beneficio del bebé, más aún si a las razones expuestas sumamos la clásica explicación de "el chupete lo podemos retirar cuando queramos, en cambio el pulgar lo tendrá siempre a mano -y nunca mejor dicho-". Si se me permite añadir, mi opinión es que este razonamiento tantas veces usado obedece a una manera poco respetuosa para con l@s niñ@s. Pretendemos que usen chupete a conveniencia nuestra y encima que lo dejen cuando nosotros queramos... ¡Menuda injusticia!
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