Durante el embarazo nadie me había dicho que la lactancia sería una de las experiencias más complejas, a la par que bellas, de la vida. Tan sólo una matrona fantástica que atendió mi parto me comentó que si tenía dudas con la lactancia la podía ir a ver. Mi hija nació el día del sorteo de la lotería a mediodía en un parto fantástico, sin epidural ni episiotomía. Al momento mismo me la pusieron al pecho y recuerdo que en aquel instante pensé que nunca antes, cuando visualizaba como sería el parto, había pensado como sería dar de mamar. Nuestro principio fue muy bueno, creo. La subida de la leche fue un poco dolorosa pero en general podíamos estar muy contentas. Nunca tuve dolor ni grietas. El primer y único disgusto fue cuando en la primera visita al pediatra mi hija había perdido más de 250gr.
La enfermera consideró que tendríamos que pesarla cada día y al tercer día nos habló de introducir un complemento. Yo no tenía ni idea de que un suplemento significaba un intruso en la LM... pero al oirlo una especie de instinto de protección me puso en alerta. La enfermera mencionó biberón y jeringa y ante la primera palabra yo retrocedí y le dije que no queríamos biberones de ninguna manera. Nos enseñó a usar la jeringa. Sin haber leído mucho antes sobre lactancia mi instinto me iba guiando. Poco antes del parto había cogido en una biblioteca un libro de Marie Thiéron en el que explica detalladamente cómo se da la producción de leche. Algo me decía que si le dabamos un suplemento de Nutribén como nos aconsejaban los profesionales de la medicina, la demanda de leche materna disminuiría.
Tal vez fui demasiado atrevida pero desde el principio me negué a darle un suplemento en cada toma. Me compré un saca leches e intenté darle todo lo que me podía sacar, además de darle el pecho cada vez que se quejaba.
A los 23 días de vida le cortaron el frenillo y pese a haber sido muy atrevida (a la par que confiada en el instinto) y haber ocultado a los médicos que no le daba el suplemento que nos habían dicho, mi hija empezaba a augmentar de peso. A las 6 semanas ya había augmentado casi medio kg respecto del peso de nacimiento, que no era mucho, pero me sentí tan feliz de haberlo conseguido siguiendo mi instinto e intentando mejorar con la lactancia, cada día un poco más.
Quería compartir que, en mi experiencia, si confiamos en nuestro bebé, hacemos lo correcto. Ella llora solo cuando tiene hambre de manera que durante días le daba el pecho todas las veces que gimoteaba y ella cada vez lo cogía y poco a poco iba tragando más.
En fin, me hacía ilusión compartir esta historia, como también me hará oir las vuestras y seguir por aquí una rica experiencia de la lactancia. Gracias por leerme!
No hay comentarios:
Publicar un comentario